y lo
transformó completamente
alterando
relaciones, vidas,
dándole a
sus padres un nuevo presente.
En su
llanto insaciable
residían
todos los temores de su padre:
¿Qué hago
ahora? pensaba,
¿Qué es ser
padre? ¿Cómo se hace?
Luego
vinieron los tropiezos
y la
terrible enfermedad del trabajo
pero de
todo esto sanaba
cuando veía
al hijo crecer sano.
Y lo hizo
muy velozmente,
pues cuando
se acostumbró al niño
ya era un
adolescente inmaduro
buscando
ciegamente su propio camino.
E intentaba
guiar a su hijo,
pero él se
alejaba resuelto
con una
firmeza inquebrantable.
¿Y cómo lo
acerco a mí de nuevo?
A veces,
sentado en su oficina,
sentía que
se le escapaba de las manos,
se
preocupaba de él, es cierto,
pero no
como había deseado.
Los años
pasaban, se volvía viejo,
las fuerzas
le escaseaban,
hubiera
querido tener un descanso
pero su
hijo todavía lo necesitaba.
Después de
años dándole todo
vio orgulloso
a su hijo ya formado,
y no pudo
contener las lágrimas
cuando éste
le dijo con agrado:
"Gracias
por convertirme en hombre,
por no
haber pasado nunca hambre
por
cuidarme, por quererme.
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